Denuncian irregularidades y descontrol financiero en el Sindicato de Prensa de Mar del Plata

Trabajadores no afiliados forman parte de la comisión directiva, ausencia de prestaciones, trabajos no registrados y apropiación de dinero forman parte de un menú de cuestiones poco claras en el gremio que nuclea a los periodistas de la ciudad.

Nepotismo, abusos, corrupción, apropiación de dinero ajeno e irregularidades varias forman parte del accionar de la comisión directiva del sindicato de Prensa de Mar del Plata, casi los mismos que la entidad gremial está comandada por José Miguel Belza, oficialmente secretario adjunto. La máxima posición, la secretaria general, está a cargo de Elena Mercedes Arena, ex detenida desaparecida llegada dese La Plata, dónde no dejó buen recuerdo entre los organismos de Derechos Humanos.

La asociación gremial navega en un mar de dudas y cuentas poco claras, a cargo de dirigentes que se intercalan en las secretarías general y adjunta desde hace varios períodos, presentándose en una lista que está integrada por trabajadores no afiliados. Primera irregularidad.

También participa de la dirección del sindicato un hijo de Belza, en una clara demostración de nepotismo, ya que Valentin -que figura como secretario de Prensa- carece de antecedentes laborales en el área: hasta 2016 estuvo en el Correo Argentino, pero fue despedido.

Otra irregularidad es la conformación de la comisión directiva por parte de trabajadores no afiliados o, incluso, algunos que ya no se dedican al oficio periodístico sino que ejercen cargos en la política partidaria, tal el caso del concejal Vito Hugo Amalfitano.

Montañas de dinero

A estas constantes irregularidades, hay que sumarle las falencias como organización sindical, con una ausencia continua de asesoramiento ante los numerosos despidos en una ciudad que históricamente ostenta los más altos índices de desocupación en el país. Si bien la comisión directiva no publica el registro de afiliados –como tantas otras cifras requeridas- se estima que cuenta con medio centenar de asociados de distintos medios periodísticos marplatenses. Así, el sindicato de Prensa de Mar del Plata deja de nuclear a numerosos profesionales que se desempeñan como autónomos o incluso están organizados bajo la figura legal de cooperativa para quedar fuera del alcance de las garras recaudatorias del gremio.

Claro que tambén hay muchos –como sucede en algunas revistas– que directamente trabajan en negro ante la indiferencia sindical.

Desde 2010, ésta agrupación gremial retiene indebidamente dinero a trabajadores no afiliados bajo el amparo legal que les proporcionó la homologación del ministro de Trabajo de la Nación de esa época, Carlos Tomada, durante la primera presidencia de Cristina Elisabet Fernández de Kirchner.

De esa forma confiscan desde hace 13 años el 50 por ciento de cada tramo de los aumentos que reciben los trabajadores por efecto de las actualizaciones del Consejo del Salario. Es que, paradójcamente, el sindicato de Prensa de Mar del Plata no negocia paritarias. Entonces ¿para qué está? Vale recordar que en la mayoría de los conflictos laborales registrados en la ciudad (cierre de los diarios El Argentino y El Atlántico, entre los que más despidos produjeron) no participaron ni mucho menos ayudaron a los damnificados.

«Es una vergüenza lo que hace el sindicato, no nos da nada y se queda con mucho dinero. Y nunca están para nada«, coincidieron dos conductoras de los noticieros de los canales de aire que pidieron reserva de nombre.

Otra anomalía es la ausencia de comunicaciones de la entidad gremial, que cuenta con una web arcaica, con compartimentos estancos y sin actualizaciones periódicas.»En casa de herrero, cuchillo de palo», reza el saber popular. O funcionarios que no funcionan en el área que está a cargo de Belza hijo. También, en su faceta censora, bloquean en redes sociales a quienes los cuestionan. «Quizás sea aleatorio ese no funcionamiento comunicacional», sostuvo un colega de una radio AM.

Historia

Estas disfuncionalidades se remontan a mediados de los `90, cuando el Sindicato de Prensa de Mar del Plata entregó una de las banderas principales de su existencia: dejó de negociar paritarias y regaló esa potestad dejando en manos del Consejo del Salario los aumentos de los sueldos de los trabajadores. Perdió uno de los pilares de su existencia por desidia -¿u otro interés metálico?- y se desentendió del asunto.

De todas maneras, hoy le retiene a los trabajadores (incluso a los no afiliados) un porcentaje –¡el 50 por ciento!- de cada uno de los aumentos recibidos. Pero ¿en concepto de qué se quedan con el dinero ajeno? Otros gremios -como el de la Carne- realiza también ese tipo de retención, pero en un porcentaje sensiblemente menor: el 2 por ciento.

Amparados en el artículo 56 del Convenio Colectivo de Trabajo 346/75 apelan a la «solidaridad» aunque están «flojos de papeles»: ese dinero se debe depositar en la cuenta bancaria del sindicato, que hasta hace dos meses compartía con la mutual y la obra social. Otra irregularidad. Además, tal su definición, el carácter extraordinario del aporte debe tener una duración temporal definida. Y, en este caso, ya lleva 13 largos años de vigencia.

Prolongado éste carácter excepcional. ¿Quién controla al sindicato? ¿Quién audita sus finanzas? No se sabe, nadie contesta.

Irregular

Por otra parte, la retención forzosa de ese dinero es un contrasentido en cuanto a la solidaridad enarbolada por el propio secretario adjunto Belza, ante la requisitoria de algunos periodistas, ya que la solidaridad se basa en la libre voluntad y aquí hay obligación lisa y llana sin contraprestación a cambio.

Según un cálculo estimativo y conservador -tomando solo un promedio de esas retenciones indebidas en un solo medio de comunicación marplatense- con esa maniobra el sindicato de Prensa de Mar del Plata engordaría sus arcas «entre 700 mil y 800 mil pesos mensuales». Sin ningún tipo de control. Hay que multiplicar esa cifra por unos cuantos años. La cuestión, entonces, sería ¿qué hacen con ese dinero?

Otro silencio ante la consulta, aunque se pudo comprobar que la obra social le pagó un tratamiento para adelgazar a un fotógrafo (ya jublado) porque debido a su voluminoso abdomen «ya no podía atarme las zapatillas», contó el propio favorecido. Claro que como el diagnóstico no estaba encuadrado entre las prestaciones de la obra social (OSPREN), el hombre logró su cometido al prestar su nombre para integrar la comisión directiva. Siguen las irregularidades.

O quizás, parte de ese dinero, fue usado en alguno de los gustos opulentos del secretario adjunto Miguel Belza, como el viaje que realizó a Nicaragua -en enero 2022- para la asunción del dictador Daniel Ortega en su quinto periodo como Presidente.

La pregunta sigue vigente: ¿Dónde está el dinero de los no afiliados? ¿Por qué el silencio de los dirigentes? ¿Acaso no pueden explicar?

Cabe destacar que la atención de la obra social es deficiente, según la calificación de los propios usuarios, y no ofrecen ninguna de las prestaciones habituales de otros gremios, como capacitación profesional, hoteles para turismo o una mochila con algunos útiles escolares en el inicio del ciclo lectivo. Eso si, ahora los afiliados tienen descuento en ¡una vinería! Gustos del mandamás.

Mientras la inflación sigue carcomiendo los diezmados bolsillos de los trabajadores, con salarios que muchas veces no llegan a cubrir la canasta básica y con crecientes índices de trabajo no registrado en el sector,  el sindicato de Prensa de Mar del Plata sigue sin explicar qué hace con el dinero que recauda.

Será legal, como aducen, esa retención a los no afiliados, pero ¿es moral?

María Gabela (periodista free lance de la ciudad de Mar del Plata)

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