La controvertida situación que se generó con la designación del nuevo obispo de Mar del Plata sigue sumando capítulos muy particulares.
El pasado martes 9 de enero, el diario “La Capital” reveló que existía “una delicada situación en círculos religiosos y laicos de Mar del Plata, a partir de la designación de monseñor Gustavo Manuel Larrazábal (foto portada) como nuevo obispo de este distrito”, prevista inicialmente para el sábado próximo.
¿De qué se trataba? Nada menos que de presuntas denuncias en su contra por acoso y abuso de poder que habrían ocurrido entre 2007 y 2013, en la ciudad de Buenos Aires, cuando el prelado ofició allí como director de la Editorial Claretiana.
En las últimas horas, llamativamente Larrazábal, de 62 años, renunció antes de asumir.
“Les comparto que luego de un proceso de discernimiento y oración realizado muy a conciencia, he llegado a la conclusión de que no es oportuno asumir el gobierno pastoral de la diócesis de Mar del Plata y le he presentado mi renuncia al Papa Francisco, quien con mucha comprensión la aceptó”, escribió el religioso en una carta abierta.
Ante este hecho, Francisco aceptó su renuncia y nombró administrador apostólico de la diócesis de la ciudad a monseñor Ernesto Giobando.
El tema de la designación del obispo viene amañado. Vale recordar que el pasado 13 de diciembre, el Papa también había tenido que aceptar a su vez la salida de monseñor José María Baliña, quien había sido el elegido en primer término, en reemplazo del recientemente designado arzobispo de La Plata, monseñor Gabriel Mestre.
Baliña alegó problemas de salud, aunque nunca quedaron claras las razones que lo impulsaron a no asumir.
“Cuando se publicó mi designación recibí tal avalancha de saludos, reportajes y recomendaciones que me di cuenta de que no estaba en condiciones para asumir la misión allí. Después de discernirlo mejor y consultarlo con la Santa Sede, decidí presentar mi renuncia”, escribió.
Pocas horas después de la publicación de “La Capital” sobre la delicada situación de Larrazábal, la Nunciatura Apostólica en Argentina, a través de un brevísimo comunicado de apenas dos oraciones, salió a respaldar al prelado, afirmando que “el Santo Padre y la Santa Sede tienen plena confianza en la persona de Larrazábal”, a la vez que lamentaban “los rumores que circulan y que no tienen fundamento”.
En el artículo se aseguraba que “la denunciante es una marplatense, actualmente radicada en Ciudad de Buenos Aires”, y que personas muy allegadas a ella habían dicho que “todavía ella tiene miedo y prefiere no hablar con la prensa sobre esta cuestión traumática que le tocó vivir”.
“La mujer, de 56 años, denunció que los hechos ocurrieron en Buenos Aires entre 2007 y 2013, pero con mayor intensidad en 2008 y 2009, tras lo cual el religioso fue trasladado a Mendoza, provincia en la que nació”, agregaba el matutino.
Por último, aseguraban que “oportunamente se realizó la correspondiente denuncia ante las autoridades de la Congregación a la que pertenecía la marplatense”.
Pero del tema no se habló más. Por supuesto, que se presuma la existencia de una denuncia no quiere decir necesariamente que el hecho haya existido.
Este medio intentó indagar al respecto, tanto en Mar del Plata como en Mendoza y en San Juan, pero el hermetismo alrededor del asunto fue explícito.
Gustavo Manuel Larrazábal nació el 31 de enero de 1961 en San José, departamento de Guaymallén, Mendoza, y fue ordenado como sacerdote el 20 de julio de 1996.
En la Congregación de los Misioneros Claretianos (Provincia de San José del Sur) desempeñó diferentes responsabilidades. Fue Vicario Provincial, Prefecto Provincial de la Economía y director de la Editorial Claretiana, con sede en Buenos Aires.
Además, prestó servicios pastorales en la parroquia San Jorge, en la localidad bonaerense de Florencio Varela, diócesis de Quilmes.
Luego de ello, fue rector del santuario Nuestra Señora de Lourdes, en la localidad de El Challao en la arquidiócesis de Mendoza desde noviembre del año 2014 hasta marzo del 2022. En esta circunscripción eclesiástica fue decano y vicedecano. En 2021, además, fue nombrado Delegado para la Vida Consagrada en el Consejo Presbiteral de la Arquidiócesis de Mendoza.
El Papa Francisco lo nombró Obispo titular de Buslacena y auxiliar de la arquidiócesis de San Juan de Cuyo. La información del nombramiento fue dada a conocer por el Nuncio Apostólico en Argentina, Mons. Miroslaw Adamczyk, el 26 de marzo de 2022.
Distintas fuentes de Mendoza y San Juan consultadas por este medio, afirmaron que siempre hubo rumores. “Se decía, había un run run, pero nunca se confirmó nada. Dentro de la curia es muy difícil que se filtre algo”, señala un abogado mendocino.
Otra fuente sostiene que “cuando Larrazábal llegó a San Juan, circuló el dato que tenía alguna denuncia en capital, pero ahí quedó”. Cuando se le pregunta sobre la misma, alega que se trataba “presuntamente de abuso sexual”.
Un importante funcionario judicial de Mar del Plata apunta al Papa Francisco: “No sé si las denuncias son reales, pero en todo caso, el tema deja en claro la desprolijidad de Bergoglio en las designaciones”.
“Las denuncias por abuso en la Iglesia quedan en la Iglesia”, le cuenta a este medio un abogado marplatense, que supo tener muchos casos de abuso sexual infantil contra el clero.
“Anteriormente las denuncias llegaban a la justicia terrenal, pero ahora no. Digamos que se tratan en la justicia divina”, sostiene irónico. Y a la vez, arriesga que “me parece raro que designen en una ciudad tan grande como Mar del Plata a un obispo con denuncias en su contra. En general, cuando pasa eso, la Iglesia los manda a algún pueblito escondido, lejos de todo”.
Pero dejaba un interrogante bastante lógico, previo a la renuncia del obispo: “¿No sería conveniente que, ante la duda, el hombre no asuma? Él mismo se aparta y en tal caso, que se investigue”.
Aparentemente, fue lo habría ocurrido, aunque sigue habiendo mucho hermetismo respecto a su renuncia. De hecho, Larrazábal seguirá siendo obispo auxiliar de la arquidiócesis de San Juan de Cuyo.
Por supuesto, desde la Diócesis de Mar del Plata, ante la consulta de este medio, sólo atinaron a decir que “no hay nada raro en esto, sólo una decisión de personal”.
La información fue publicada en forma simultánea en Roma y en Buenos Aires. Aquí lo hizo el nuncio apostólico a través de la agencia AICA (Agencia Informativa Católica Argentina).
Para intentar poner algo de luz sobre un tema tan espinoso, estos son los distintos pasos y recomendaciones que fue dando la Iglesia ante posibles casos de abuso sexual:
El 30 de abril de 2001, Juan Pablo II promulga el Motu proprio Sacramentorum Sanctitatis, donde se establecían las Normas para los delitos más graves, entre ellos, el abuso sexual, que se actualizaron el 21 de mayo de 2010, ya durante el papado de Benedicto XVI.
Por su parte, el 4 de junio de 2016, ya con Francisco, se establece que es posible remover de su oficio a un Obispo si actúa con negligencia en las denuncias recibidas de abusos sexuales.
Y el 9 de mayo de 2019 se establece un procedimiento para denunciar abusos de Obispos. El mismo rellenaba una laguna hasta allí existente, ya que el anterior M.P. establecía que el Obispo podía ser removido, pero no facilitaba un procedimiento para que un fiel denunciara a su Obispo). En el nuevo procedimiento, se tipifica el delito que en la prensa se ha llamado el encubrimiento, y se impone la obligación a las diócesis de elaborar en un año un sistema para que los fieles presenten informes relativos a estos delitos.
De este texto legal el Papa Francisco aprobó una nueva versión el 25 de marzo de 2023.
Pero años atrás, el 6 de diciembre de 2019, se promulga la instrucción sobre la confidencialidad de las causas. En esta norma se excluye del secreto pontificio a las causas de abusos sexuales.
Pese a ello, continúa siendo un tema muy traumático y conflictivo para la Iglesia, ante los miles de casos confirmados de abuso en todo el mundo.
pablo@elobservadoronline.com.ar
@PortaluppiPablo
El título dice que soy Licenciado en Periodismo, pero eso poco importa. Lo más importante es que solo dependo de mi.