En Mar del Plata hay más de 100.000 personas que esperan el segundo componente de Sputnik V. El rol de un curioso dirigente local y las promesas incumplidas

Por Pablo Portaluppi

Con la difusión del mail que le enviara el pasado 7 de julio la asesora presidencial Cecilia Nicolini al CEO del Fondo Ruso de Inversión que financia la producción de la vacuna contra el coronavirus Sputnik V, a la que el Gobierno de Alberto Fernández se aferró casi como única opción, quedó al descubierto uno de los problemas más acuciantes para la sociedad argentina: la falta del componente 2 para completar el esquema completo de inmunidad con aquella vacuna.

Se trata nada menos que de más de 6 millones y medio de personas en todo el país. En las últimas semanas cabe reconocer que la campaña de vacunación se aceleró notablemente, mucho más si se la compara con el ritmo cansino con la que arrancó, donde luego de 100 días apenas se había inmunizado al 1,5% de la población. La misma comenzó el 29 de diciembre de 2020 en el Hospital Posadas. Si bien se intensificó, los números no son muy alentadores: al 22 de julio, la incidencia de personas completamente inmunizadas no supera el 12%. Tampoco la Federación Rusa ha logrado vacunar a una gran cantidad de ciudadanos: sólo el 15% se aplicó el esquema completo.

Desde el inicio de la campaña de inoculación llegaron 39.945.430 vacunas, de las cuales 12.912.000 corresponden a Sinopharm; 9.375.670 del componente 1 de Sputnik V y apenas 2.493.160 del componente 2; 9.140.600 a las de AstraZeneca y Oxford; 3.500.000 a Moderna; 1.944.000 a AstraZeneca por el mecanismo COVAX de la OMS y 580.000 a AstraZeneca-Covishield. Es decir que el inoculante ruso representa casi el 30% del total recibido por el país entre ambos componentes. De esos 30 puntos, nada menos que 25% corresponden al primero.   

Pero las cifras continúan siendo llamativas. De las casi 40 millones de dosis arribadas, se distribuyeron poco más de 35 millones, de los cuales, a su vez, se aplicaron apenas 29.3 millones: 23.437.015 personas fueron vacunas con 1 dosis y 5.925.881 con ambas, de acuerdo al Monitor Público de Vacunación.

En la carta de Nicolini, la funcionaria reconoce que la falta de vacunas es desesperante para el Gobierno y que no hay plan B: “Seguimos esperando una cantidad mínima del componente 2 para completar los tratamientos al menos de las personas con más de 90 días de intervalo mínimo… Según el contrato, aún quedan 18.734.185 dosis (5,5 M C1 + 13,1 M C2)”.

En Mar del Plata, la situación también es alarmante. Desde el 29 de diciembre de 2020, según datos oficiales, se han vacunado 341.946 personas, de las cuales apenas 90.729 ya completaron el esquema de inmunidad. De aquel total, 144.750 marplatenses fueron inoculados con el componente 1 de Sputnik V, y sólo 39.565 recibieron el segundo. Es decir que en la ciudad hay más de 105.000 personas parcialmente inmunizadas, y que a la luz de los hechos, no saben cuándo y cómo podrán completar su protección. Y para peor, a muchos de ellos ya se les vencieron los 90 días que se estima que duran los efectos de la primera dosis: la mayoría de ellos la recibieron entre marzo y abril.

Además de la rusa, han llegado desde fines del año pasado al distrito más de 164.000 dosis de la china Sinopharm y 138.300 de Astrazeneca, en sus diferentes versiones. La mayoría de los medios locales, en línea con la postura oficial, opta por destacar que Mar del Plata está por alcanzar el medio millón de vacunas arribadas. Pero nada se dice sobre las más de 100.000 personas que aún esperan el imprescindible y esquivo segundo componente de la Sputnik.

El hombre que suele anunciar la llegada de vacunas a Mar del Plata es el indescifrable dirigente local, Rodolfo “Manino” Iriart, que despertó el enojo del propio Gobierno con la pegatina de unos extraños afiches donde se celebraba la figura presidencial junto a su nombre. (Ver foto)

Promotor, asesor, y mentor de la candidatura de la actual titular de la ANSES, Fernanda Raverta, a la jefatura comunal de General Pueyrredón, “Manino” suele estar siempre muy cercano al poder, de la mano del empresario Florencio Aldrey Iglesias, uno de los vacunados vip y el hombre más poderoso de la ciudad. A su vez, Iriart fue designado por el Ministro de Seguridad bonaerense, Sergio Berni, como “coordinador de la Zona Atlántica COVID-19”, cuya función era estar a cargo de los controles a los ingresos a la ciudad balnearia durante la cuarentena, y poco después fue nombrado Director del Correo Argentino, una empresa con 18 mil empleados y 1500 sucursales, cargo que aún ostenta.

“Manino” estuvo en la mira de la justicia por presuntos desvíos de fondos del Instituto Obra Médico Asistencial (IOMA) hacia la campaña presidencial de Daniel Scioli, sospechado de tener activa participación en la celebración de convenios con distintas prestadoras, clínicas, institutos de análisis radiológicos, cadenas de farmacias, medicina de alta complejidad, y servicios de ambulancias. Y como Coordinador de los retenes, fue acusado de obligar a todos aquellos que ingresaban a la ciudad por fuerza mayor a hacerse un hisopado en un importante laboratorio privado de Mar del Plata, cuyo valor era de $5.800, debiendo ser abonado por el particular. “Manino” se defendió argumentando que era una forma de “proteger” a la ciudad.

La producción local de la Sputnik

El cuadro se torna aún más complejo, no sólo en Mar del Plata sino en todo el país, si se repasan las proyecciones que hacía el propio Gobierno con la producción local de la vacuna por parte del Laboratorio Richmond, de Marcelo Figueiras. Luego de conocida la carta revelada por el diario La Nación, Cecilia Nicolini admitió, en declaraciones radiales, que se “están esperando el control de calidad 143.000 dosis para principios de agosto, más de 880.000 para la segunda semana de agosto y con estos 500 litros que son otras 880.000 y otro embarque para la semana que viene”. Pero estos números se contraponen fuertemente con lo esperado por la administración kirchnerista a comienzos de julio.

Por aquellos días. Richmond había recibido 560 litros del principio activo para producir el componente 2. De ese modo, se preveía que a mediados de este mes estarían disponibles más de 1 millón de dosis para completar el esquema de vacunación de quienes ya tenían la primera aplicación. La firma precisó que la fecha estimada para la disponibilidad de las vacunas iba a ser el 16 de julio. Ya pasaron 8 días de la fecha prevista.

Para dar cuenta que el incumplimiento no sólo es responsabilidad de los rusos, vale recordar que el 20 de noviembre de 2020, el presidente Alberto Fernández había afirmado que en una “charla telefónica extensa” con su par de la Federación Rusa, Vladimir Putin, se habían logrado “dar pasos importantes para concretar un acuerdo tranquilizador entre ambos Estados y dotar a la Argentina con 20 millones de dosis de la vacuna Sputnik V contra el coronavirus”. De la cantidad prometida, llegaron menos de 12 millones.

Peor aún. Hace pocas semanas, más precisamente el 4 de junio, el primer mandatario argentino anunció, con una gran puesta en escena a través de una videoconferencia con Putin, el inicio de la producción local de la Sputnik. Allí, Fernández afirmó que “estamos muy conformes con los logros que hemos alcanzado con esa vacuna porque millones de argentinos han visto preservar su vida gracias al desarrollo científico de Rusia, en el que siempre confiamos”. En dicha conferencia también participó el CEO del Fondo Ruso, Kirill Dmitriev, el destinatario de la carta de Nicolini.

Contexto geopolítico

Las razones de la elección casi exclusiva de la vacuna rusa por parte del gobierno argentino quizá haya que rastrearlas desde 2008, durante el primer gobierno de la actual Vicepresidenta, Cristina Kirchner. En aquel año, Rusia y Argentina elevaron el rango de su vínculo al de Asociación Estratégica Integral. El acuerdo suponía fortalecer la cooperación política, comercial, científica y tecnológica al máximo nivel. En 2015 aquellas coincidencias quedaron postergadas por el triunfo de Mauricio Macri, pero evidentemente se retomaron con fuerza luego de la asunción del actual Gobierno.

El interés ruso en el país pasa por la instalación de centrales nucleares, por la represa de Chihuido I, valuada en u$s 2.250 millones, y el proyecto declarado para reactivar el servicio del Tren Norpatagónico, que prevé unir la localidad neuquina de Añelo (corazón de Vaca Muerta) con el puerto de Bahía Blanca (Buenos Aires). El objetivo de este desarrollo es sextuplicar la cantidad de cargas transportadas en tren a Vaca Muerta, pasando de 700.000 toneladas anuales a 4,1 millones en 2030, de productos como arena, tubos sin costura, frutas, materiales de construcción, metanol y alimento balanceado, entre otros.

En esa linea, no se puede dejar de mencionar la visita de Vladimir Putín a la Argentina en julio de 2014, durante el segundo mandato de Cristina Kirchner. Un vínculo que se vio reforzado con el viaje de la por entonces mandataria a la Federación Rusa los días 22 y 23 de abril de 2015, donde se firmó el “Acuerdo de Integración Estratégica” entre ambos países, el cual estableció diversos planes de acción para la cooperación argentino-rusa en campos como el económico, el comercial, el militar, el científico, el medio ambiente, el minero, las comunicaciones, pesca y agricultura, y cultural, entre otros.

Las relaciones entre Argentina y la Federación Rusa se inscriben en un contexto de un notorio interés de la potencia dirigida por Putín por Latinoamérica, que con la llegada al poder de distintos gobiernos de centro izquierda, se mostraba cada vez menos alineada con EEUU. En julio de 2008, Rusia definió varios objetivos estratégicos con esta parte del mundo, entre ellos, ampliar la cooperación política y económica con Argentina, además de México, Cuba, y Venezuela, para favorecer sus exportaciones, principalmente de armamentos. Entre 2004 y 2009, la presencia de material bélico áereo y naval en América Latina se había incrementado en un 900% respecto al período 1999-2003.

Rusia también exporta a la región fertilizantes minerales, metales, granos, y equipamiento médico. Sin embargo, el saldo de la balanza comercial generalmente fue favorable para Latinoamérica. Desde entonces, el Kremlin buscó insistentemente acciones para equilibrarla. Tal vez lo encontró con la vacuna.

pabloportaluppi01@gmail.com

@portaluppipablo

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