La Cámara de Diputados bonaerense dio media sanción a un proyecto que busca declarar de utilidad pública y sujeto a expropiación la que fuera la última casa del escritor y periodista Rodolfo Walsh.
Minutos después de comenzada la sesión ordinaria, el diputado marplatense elegido por la sexta sección electoral, Guillermo Castello, pidió la palabra y cuestionó el proyecto impulsado por la diputada del Frente de Izquierda, Laura Cano.
“Walsh fue el cerebro del peor ataque contra la comunidad argentina antes de la AMIA, el atentado al comedor de la Policía Federal, que causó 23 muertos. Diseñó el plan para secuestrar a los hermanos Born. Se acabó el cuento de la Izquierda y del peronismo del relato K. Las víctimas que quiero ver son las personas asesinadas por los terroristas de Montoneros”, manifestó Castello
Más tarde, los legisladores aprobaron una moción para conformar una comisión especial encargada de sancionar los dichos del legislador. La propuesta fue aprobada con el voto del kirchnerismo, la izquierda, la UCR, Cambio Federal, entre otros. El PRO se abstuvo y los representantes liberales se opusieron.
El presidente de bloque de Unión por la Patria, Facundo Tignanelli, pidió “respetar el orden y las formas” y apeló al artículo artículo 212 del reglamento de Diputados para establecer una moción de votación y conformar una comisión especial encargada de “corregir y, en caso de reincidencia, expulsar” a un miembro por desorden de conducta en el ejercicio de sus funciones.
Por parte del radicalismo, el titular del bloque UCR + Cambio Federal, el también marplatense Diego Garciarena, cuestionó los dichos de Castello, al afirmar que “el Nunca Más es un pacto democrático y es grave cuando se quiere revisar”.
Castello respondió: “Yo no estoy en contra de la democracia ni de los derechos humanos. Estoy inserto en el régimen democrático, nunca di un golpe de estado y llegué a esta Cámara por la vía democrática. Me han hecho una comisión por ejercer la libertad de expresión, yo no soy negacionista. Lo que estamos negando es cómo entienden ustedes a los derechos humanos”.
Rodolofo Walsh y su participación en Montoneros
El recorrido del periodista y escritor en la clandestinidad fue confirmado por diversas fuentes. En 2022, Ceferino Reato reunió muchos de esos testimonios en su libro, ‘Masacre en el comedor’. Reato repasa la historia previa al atentado y cuenta cómo fue la participación de Walsh en la gestación del ataque. En una entrevista con el diario LA NACION, narra los principales hitos de la carrera del autor de Operación Masacre en la organización Montoneros y, en particular, cuál fue su “aporte” puntual al ataque terrorista del 2 de julio de 1976.
El 2 de julio de 1976 una bomba vietnamita fabricada por Montoneros voló el comedor de la Superintendencia de Seguridad Federal y provocó 23 muertos y 110 heridos. El rol del aclamado escritor y los detalles de cómo se planeó el atentado más sangriento de los 70 forman parte del libro que encabezó las listas de los más vendidos.
De todas maneras, no es objetivo de este artículo entrar en una discusión válida sino exponer como nuevamente legisladores bonaerenses de diferentes signos políticos se convierten en policías del pensamiento, y aquellos que tildan de fascistas a Milei y a los libertarios, demuestran una vez más su verdadera faceta.
Desmitificando relatos: Fascismo y “libertarianismo”. Dos visiones radicalmente opuestas del Estado y la Libertad
En el escenario político actual, pocas ideologías resultan tan diametralmente opuestas como el fascismo y el libertarianismo. Una ley promulgada por la ex Gobernadora María Eugenia Vidal en la provincia de Buenos Aires, la Ley 14.910, que establece como obligación la expresión oficial de que en Argentina hubo 30,000 desaparecidos durante la última dictadura, permite analizar cómo cada una de estas ideologías interpreta el rol del Estado, el control sobre la narrativa histórica y la libertad individual.
El Fascismo y su concepción del Estado como guardián de la identidad nacional
El fascismo es una ideología que concibe al Estado como una entidad centralizadora que moldea la identidad nacional y controla la narrativa pública, suprimiendo disidencias para crear una unidad cultural. Un ejemplo de este enfoque es, justamente, la Ley 14.910 de la provincia de Buenos Aires.
Dicha norma establece en su primer artículo:
“Incorpórase de manera permanente en las publicaciones, ediciones gráficas y/o audiovisuales y en los actos públicos de gobierno, de los tres poderes de la provincia de Buenos Aires, el término Dictadura Cívico-Militar, y el número de 30.000 junto a la expresión Desaparecidos, cada vez que se haga referencia al accionar genocida en nuestro país, durante el 24 de marzo de 1976 al 9 de diciembre de 1983”.
Esta medida buscó que la cifra se imponga como parte de la historia oficial, limitando el margen para cuestionamientos o debates, lo cual es característico de un enfoque fascista en el sentido de que el Estado define la “verdad” histórica y obliga a los ciudadanos a adoptarla.
Los regímenes fascistas sostienen que la educación y la información deben estar alineadas con una narrativa nacional única que no permita cuestionamientos o disidencias. En el caso de esta ley, se obliga a expresar una cifra específica, lo que elimina matices y disidencias, y establece que la verdad está definida por el poder del Estado.
Así, el fascismo no solo permite, sino que fomenta una visión autoritaria en la que la individualidad y la libertad de pensamiento están subordinadas a una causa común definida desde las estructuras centrales de poder.
En los regímenes fascistas, la idea de nación se convierte en un ideal supremo que debe preservarse a toda costa, justificando la represión de cualquier grupo o individuo que no se ajuste a su visión homogénea de la sociedad.
El fascismo, al ser extremadamente autoritario, no tolera la oposición; en su lugar, censura o elimina las voces disidentes y cualquier indicio de pluralismo. La economía, aunque permite la propiedad privada, está sujeta a un control riguroso del Estado, especialmente en sectores clave. Los valores de obediencia y disciplina son centrales, y las libertades individuales quedan subordinadas al “bien colectivo”, definido por el Estado y su ideología.
En este contexto, el fascismo se aleja de cualquier forma de individualismo. Para los fascistas, el individuo existe en función de un colectivo que puede ser la nación, la raza o la cultura, y se espera que esté dispuesto a sacrificar sus derechos personales por estos ideales.
Cabe preguntarse: ¿Qué partidos políticos representan en Argentina estas ideas?
Libertarianismo: La defensa de la libertad de pensamiento y la mínima intervención estatal
El libertarianismo, en cambio, rechaza cualquier imposición autoritaria sobre la libre interpretación de la historia, ya que defiende la autonomía del individuo y la libertad de pensamiento como valores fundamentales. Desde la óptica libertaria, una ley como la 14.910 podría considerarse un intento del Estado de interferir en la libertad académica, imponiendo una verdad histórica sin lugar a debate.
Para los libertarios, el Estado debe reducirse a garantizar los derechos básicos de los ciudadanos, dejando fuera de su alcance la imposición de dogmas o de visiones únicas de la historia. La libertad de cátedra y la capacidad de cuestionar las cifras y los hechos históricos son pilares en una sociedad libertaria.
Diputado Guillermo Castello
Desde este enfoque, todos los ciudadanos deberían tener la libertad de explorar distintas perspectivas sobre temas históricos, en lugar de imponer una versión oficial única. La visión libertaria propone que el conocimiento se construye a través del debate y la investigación académica sin la injerencia de un poder central.
A diferencia del fascismo, el libertarianismo promueve la autonomía personal y la responsabilidad de cada individuo sobre su vida, sin la intervención del Estado en aspectos que no sean estrictamente necesarios. Para los libertarios, el rol del gobierno se limita a defender los derechos fundamentales de las personas, mantener el orden público y garantizar la justicia.
La economía, en la visión libertaria, debe ser un espacio completamente libre de intervención estatal, basado en la propiedad privada y en un sistema de libre mercado. Los libertarios creen que es el mercado y no el gobierno quien debería regular la economía, considerando que la competencia y la iniciativa personal son los motores de la prosperidad.
Dos Ideologías Contrapuestas: La Ley 14.910 como ejemplo
La Ley 14.910 ilustra cómo el fascismo y el liberalistmo / libertarianismo ofrecen respuestas completamente opuestas a la intervención del Estado en la construcción de la memoria histórica.
Para los defensores de una postura autoritaria, el establecimiento de una cifra oficial busca fortalecer una identidad nacional cohesionada en torno a una interpretación histórica. Desde la perspectiva liberal libertaria, esta imposición atenta contra la libertad de pensamiento y el derecho de cada ciudadano a examinar los hechos históricos y cuestionarlos de manera autónoma.
La tensión entre el fascismo y el libertarianismo revela una profunda divergencia en cuanto al rol del Estado en la vida pública y privada. Mientras el fascismo impulsa una narrativa única y un control centralizado sobre la identidad nacional, el libertarianismo aboga por un modelo en el que la libertad de pensamiento y la autonomía individual estén protegidas de cualquier intervención estatal.
¿Debe el Estado definir una única verdad, o tiene cada individuo el derecho de formar sus propias opiniones? La censura a un representante del pueblo por expresar sus ideas en el ejercicio de su labor parlamentaria es de suma gravedad institucional.
Prof. Luis Distefano
Profesor en Ciencias Políticas
@DistefanoLuis en X