Por Pablo Portaluppi
Ante la extensión de la cuarentena hasta el 28 de junio, medir los resultados del “Aislamiento” dispuesto por el Gobierno el último 20 de marzo por la pandemia de coronavirus se torna muy relativo debido al bajo promedio de testeos que realiza el país en relación inclusive a algunos Estados vecinos. Esta situación también se explica por la caída en la inversión en infraestructura registrada entre 2003 y 2014.
Mientras que Argentina posee un promedio de 4.000 muestras por cada millón de habitantes, Chile tiene 27.000, y Perú aún un poco más, 27.500. La comparación con el país trasandino ofrece un dato curioso: con 7 veces más de muestras, posee casi 128.000 personas contagiadas, es decir, 6 veces más que nuestra República. La pregunta surge inevitable: si se incrementaran los testeos, ¿en cuánto aumentarían los casos positivos?. Si bien es cierto que Chile no estableció un aislamiento obligatorio y que la ecuación no debe aplicarse en forma lineal, la baja cantidad de testeos que se practican en la Argentina, luego de más de 90 días desde que se registró el primer caso, no permite la implementación de adecuadas políticas públicas para morigerar el impacto de la crisis tanto en el plano económico como también en el psicológico.
De acuerdo a un minucioso análisis económico publicado en octubre de 2015 por el Instituto Argentino de Análisis Fiscal (IARAF) junto con el Consejo Profesional de Ciencias Económicas de CABA, “el peso relativo del gasto en el producto nacional pasó del 17,4% en 2004 al 32,7% en 2014”. De ese fuerte incremento, “el 89% fue a financiar un mayor nivel de gasto corriente, mientras que sólo un 11% estuvo correlacionado con la infraestructura”. La falta de inversión en Salud explica tal aseveración. Para 2003, el gasto en Salud representaba un 6% del PBI; en 2013, había bajado al 4%.
Para confirmar esta conclusión, el análisis destaca que durante los 10 años en estudio “los principales cambios en la estructura del gasto estuvieron asociados al incremento del ítem Servicios Económicos, en detrimento de los Servicios Sociales”, para agregar que “esta última categoría-en la cual se incluye Salud, además de educación y agua potable-vio reducida su participación en 8 puntos porcentuales en 2014 respecto a 2004”. Por su parte, “Servicios Económicos más que triplicó su importancia dentro del gasto, pasando del 9% al 28%”, explica el informe.
La Provincia de Buenos Aires, la más grande y poblada del país, posee aproximadamente 6.700 establecimientos de salud, de los cuales casi 2.500 pertenecen al ámbito púbico. La gran mayoría de estos últimos, más de 2.300, son administrados por los Municipios, pero con una inevitable asistencia del Estado provincial, ya que en la inmensa mayoría de las comunas, la recaudación propia apenas alcanza para pagar los sueldos. Según estimaciones oficiales, se calcula que hay en territorio bonaerense aproximadamente 3.700 camas de Terapia Intensiva entre el sistema público y privado, sobre un total de 14.000 unidades.
La desproporción se acentúa aún más cuando se repasan algunos datos: la región Centro del país, que componen las provincias de Santa Fé, Córdoba, Entre Ríos, Buenos Aires, y CABA, concentra 162.800 camas sobre un total del país, entre sistema público y privado, de 221.000, es decir, el 74% del total. De las casi 163.000, apenas 6.900 son de Terapia Intensiva, lo que representa el 4%.
Por su parte, el partido de General Pueyrredón, cuya cabecera es Mar del Plata, se puede tomar como un caso testigo del problema más grave que expuso la pandemia. La buena situación sanitaria que registra la ciudad respecto al coronavirus arroja, sin embargo, algunos puntos oscuros. El más significativo quizá sea el ya mencionado bajo promedio de testeos realizados. Pero a su vez, los apenas 40 casos positivos que se dieron desde el 10 de marzo a la fecha no deben hacer olvidar el crítico cuadro del área de Salud que posee el partido costero hace décadas.
Mar del Plata posee 32 Centros Atención Primaria de Salud, comúnmente llamadas Salitas, 10 centros privados y 2 hospitales, el Materno Infantil y el Interzonal. Hay aproximadamente 1.600 camas entre todos ellos, incluyendo 200 destinadas a Salud Mental. El sector privado cuenta con más de la mitad de ellas, 870 para ser más precisos. Entre los dos nosocomios reúnen 529 camas.
Tomando una población de 700.000 habitantes (el último Censo en 2010 arrojó 640.000), y descontando las 200 camas destinadas a psiquiatría, Mar del Plata sólo tiene 2 camas por cada 1.000 habitantes. Esta cifra representa menos de la mitad del promedio nacional, que es de 4,5, y está muy por debajo de lo que recomienda la OMS: de 8 a 10 camas por cada 1.000 personas. Las 76 unidades que se agregaron con el recientemente levantado Hospital Modular, no modifica la ecuación, ya que la población estimada en la ciudad es mayor a los 700.000 habitantes incluídos en el análisis. Ésta es la verdadera razón por la cual el Intendente Guillermo Montenegro se adelantó al propio Gobierno Nacional en suspender las clases y en decretar el cierre de los espacios públicos. La cuestión se agrava cuando se sabe que las 32 Salitas no están atendiendo otras patologías a la espera del famoso “pico”.
“Esperando la pandemia, nos estamos enfermando de otras cosas”, afirma un reconocido médico de la ciudad. Y agrega: “Los virus estacionales ya están circulando y hay que estar preparados. La atención de la salud en Mar del Plata en todos los inviernos es muy crítica”.
Los pocos casos de coronavirus registrados en la ciudad en función de su gran población (es el conglomerado urbano más grande del interior de la provincia), reflotó una especie de consigna “malvinera” en algunos dirigentes y medios, al subrayar la cuestionable frase de “el orgullo de ser marplatense”. Pero los datos antedichos que grafican un preocupante y crónico colapso de su sistema de salud contrastan con aquella idea. Aunque pocas responsabilidades le caben a la ciudad, habida cuenta del gran déficit en materia de Salud Pública que ostentan las políticas diseñadas por parte de las administraciones nacionales desde hace décadas.
La ciudad, al igual que el resto del país, realiza muy pocos testeos: desde el 10 de marzo al 6 de junio, tiene un promedio de 1,65 muestra por cada 1000 habitantes. Dicho de otro modo, 16 testeos por día. Lo que va en línea con la provincia, que estudió hasta el 6 de junio a 68,600 personas, o sea, unos 800 diarios. Con las casi 17 millones de personas que habitan su territorio, la cifra huele a muy poco. Lo mismo aplica para Mar del Plata.
“No se trata de hacer testeos sin ningún criterio”,afirma una fuente altamente calificada, que por su elevado grado de exposición y conocimiento público, prefiere no revelar su identidad. Consultado por este medio, asegura que “la ciudad, al sólo testear los casos sospechosos, no puede diseñar un mapa epidemiológico”,al que señala de“fundamental e imprescindible”.El Ministerio de Salud define como caso sospechoso a la presencia de fiebre (a partir de los 37.5°) y uno o más de los siguientes síntomas: tos, dolor de garganta, dificultad respiratoria y presencia de una alteración del gusto o del olfato.
Mar del Plata registró su primer caso positivo el 12 de marzo, y desde esa fecha hasta el 25 de abril, aparecieron 17 infectados más. Luego de 14 días sin registrar casos, el 8 de mayo se informó de un contagio en una mucama de la Clínica del Niño. 48 horas después, se registraron 4 casos más en dicho Centro, presuntos contactos de la trabajadora. Pero cuando se creía que se estaba ante un preocupante brote, llamó la atención los escasos contagios registrados. Desde aquel viernes 8 de mayo, y hasta el 6 de junio, se contabilizaron apenas 22 casos más, algunos de los cuales luego se supo que dieron negativo en su segunda muestra. Y respecto a un médico, inclusive, el propio Intendente manifestó públicamente que su muestra se había “contaminado” en un laboratorio de Bahía Blanca.
Los interrogantes persisten: de los 22 casos conocidos hasta el 6 de junio, se encontraba el de una mujer de 88 años dado a conocer el 23 de mayo, quien falleció el 1 de junio. También está el caso de un hombre de 94 años, informado el 25 de mayo, quien aún se halla internado. De ambas personas, nunca se informó su nexo epidemiológico. Es decir, saber dónde se contagiaron. Se dijo, vagamente y sin ningún tipo de aval, que habían contraído el virus en las clínicas donde habían concurrido con el fin de hacer consultas por otras dolencias. Inclusive, del hombre se informó que provenía de un geriátrico. La pregunta surge de inmediato: ¿Se testeó dicho lugar de ancianos?. En las últimas horas, la Justicia Federal de Mar del Plata investiga una Residencia, llamada “GEMA”, por no cumplir con los protocolos. En paralelo, el Jefe Comunal encabezó un control de rutina en el Hogar Municipal de Ancianos “Eva Perón”. Ambos hechos tuvieron lugar luego de la presentación de un proyecto en el Concejo Deliberante para intensificar el control de los geriátricos.
Reforzando lo dicho por la fuente citada, falta determinar el nexo epidemiológico de 22 casos, lo que equivale a más de la mitad del total de positivos en la ciudad. A nivel nacional, la indeterminación representa menos de un 20%. “Por empezar, hay una mala comunicación por parte del Gobierno Municipal. Luego, no hay un mapa epidemiológico al realizar tan pocos testeos”, asegura. Y agrega que “hay que determinar una política de búsqueda y aplicar un criterio homogéneo y unificado, no puede ser que cada Clínica aplique un protocolo diferente”. En línea con lo señalado por dicha fuente, un ex funcionario municipal asegura que “es increíble que la Sociedad de Infectología local no haya emitido un comunicado sobre la pandemia”.
Aunque la gran duda que aún hoy persiste, a pesar de los casi 90 días transcurridos desde el primer caso, es determinar si hay o no transmisión comunitaria. El 22 de mayo, se notificaron 3 positivos más, dos vinculados a personal de salud y una embarazada. Poco se dijo sobre el nexo epidemiológico de dichos casos. La Secretaria de Salud del Municipio, la Licenciada Viviana Bernabei, niega que haya contagios comunitarios en la ciudad. La escasa información no ayuda a despejar el interrogante.
Para dejar en claro su objetividad, la fuente consultada en primer término elogia al Intendente Guillermo Montenegro por cerrar los accesos a la ciudad a tiempo: “Estuvo muy bien, al igual que cerrar los shoppings, bares y restaurantes”. Más teniendo en cuenta que se venían dos fines de semana largos, el del 24 de marzo y dos semanas después, Semana Santa, lo que hubiera implicado una más que probable propagación del virus. Pero no por ello deja de marcar errores y omisiones por parte de las autoridades municipales: “Testear solo a los casos sospechosos no permite realizar una historia clínica, muy importante para saber dónde estamos parados. Por ejemplo, saber dónde vive la persona infectada y salir a hacer muestras de una porción del barrio donde vive, más cuando se trate de zonas altamente concentradas y vulnerables. Eso no se hace y es muy necesario”.
Al momento de darse a conocer el primer caso en la Clínica del Niño, la institución emitió un comunicado donde afirmaba haber hecho más de 250 hisopados, lo que el experto consultado pone en duda: “No digo que no sea cierto, pero me consta que las clínicas muchas veces no toman bien las muestras, sencillamente porque al tratarse de un virus nuevo, lo tiene que hacer gente preparada, que se dedique a ello”. Por su parte, la Municipalidad detalló que realizó 85 testeos al entorno de la mucama, todos con resultados negativos. Luego, se supo de 4 eventuales contagios de aquella.
Cuando se informó sobre uno de ellos, se supo que vivía en el barrio Centenario. Dicho complejo alberga a 20.000 personas en apenas 1.600 viviendas en un radio de 16 manzanas, lo que equivale a un promedio de 12,5 habitantes por casa. En tales condiciones, el cumplimiento de la cuarentena fue casi imposible. Otras zonas complicadas son los barrios Libertad y Las Heras, con 35.000 habitantes cada uno. En este último barrio, el 16 de mayo se realizaron varios partidos de fútbol a la vista de todos y sin ningún tipo de control policial. Lo mismo ocurrió el último 4 de junio en “El Martillo”. En dichas zonas, la Municipalidad no realizó testeos.
En los medios y en el Gobierno se pone especial atención en el conurbano bonaerense y en las villas porteñas, pero Mar del Plata tiene la más alta desocupación del país-casi el 12%-, y un 30% de su población vive bajo la línea de pobreza. En números concretos, de acuerdo a las últimas estadísticas del INDEC, había en la ciudad 230.000 personas entre pobres e indigentes. Y, según cálculos oficiales de 2017, hay en la ciudad 80 barrios precarios con problemas habitacionales, que albergan aproximadamente 7.100 familias. Si bien no hay datos actualizados, el deterioro económico de los últimos años en el país hace suponer que la cifra se incrementó. En Mar del Plata, se habla de un “conurbano propio”. Es muy difícil para esta gente respetar la cuarentena, y cumplir con las recomendaciones de la OMS, como lavarse las manos por la falta de agua potable.
“Recursos hay para testear más”, afirma la fuente. “Pero me parece que lo que no hay es voluntad política”, agrega. Con el nuevo sistema de fases impuesto por el Gobernador Axel Kicillof, que determinó el plazo de 21 días sin contagios para avanzar hacia la normalización, la cuestión empieza a adquirir ribetes más políticos que sanitarios. El impacto económico de la cuarentena es devastador y le resultaría muy difícil a los Intendentes decretar el cierre comercial si se evidenciara un brote de casos. Si bien testear más no implica necesariamente que aumente exponencialmente la positividad, las posibilidades se incrementan. “Tener un mapa epidemiológico es necesario, y eso no se debería traducir en un cierre económico”, insiste la fuente.
“Sabemos que existen muchos casos de pacientes con coronavirus sin síntomas que son llamados “Pandis o Zombis”, ya que deambulan por todos lados pensando que están sanos y son las personas que están dispersando el virus”, afirmaba un reconocido bioquímico en marzo. Y agrega: “Las estrategias actuales de contención de la pandemia en general han fracasado y se piensa que una causa podría deberse a que la mayor parte de la diseminación del virus está ocurriendo por estos pacientes asintomáticos que no son estudiados”.
Después de 90 días de confinamiento, con una economía arrasada, parece difícil que los Intendentes apliquen esta opción.
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El título dice que soy Licenciado en Periodismo, pero eso poco importa. Lo más importante es que solo dependo de mi.