Casi el 70% de las películas argentinas en 2022 llevó menos de 1000 espectadores cada una

A la luz de la reciente foto de un importante grupo de actores argentinos junto a Sergio Massa, registrada en Mar del Plata, y a la idea de Javier Milei de cerrar el INCAA (Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales), convendría repasar algunos datos publicados por el organismo respecto al año pasado.

El ánimo de este artículo es sólo exponer números concretos, datos duros, al solo efecto de generar un mejor debate frente a las políticas públicas respecto a un arte tan hermoso y apasionante como el cine.

Según la propia información del INCAA publicada en su Balance anual, durante 2022 hubo 228 estrenos nacionales, 150 de los cuales vendieron menos de 1.000 entradas. Solo 12 de aquellos superaron los 10.000 espectadores.

Y en todo el año, el cine argentino sumó algo más de 2,8 millones de espectadores sobre un total 34,2 millones, lo que representa poco más del 8%. La caída es general: en 2017, fueron al cine casi 50 millones de personas.

Si bien hay una notable merma en la cantidad de público entre la post pandemia y los años anteriores a 2019, es evidente que o bien la gente no apoya al cine argentino, o este no logra seducir con sus propuestas.

O quizá el INCAA debería calibrar un poco mejor el enfoque de los subsidios que otorga.

Y eso que no escatima recursos. Mientras en 2020, el gobierno de Alberto Fernández otorgó $1.100 millones de subsidios a producciones audiovisuales, en 2022 elevó esa cifra por tres: $3.302 millones.

Y para el año que está terminando, la subió a más de $5.300 millones, sólo en transferencias directas desde el Instituto dirigido por Nicolás Batlle. Sin contar otros programas de asistencia, como Renacer Audiovisual.

Es decir, que en cuatro años aumentó los subsidios a las producciones nacionales casi un 500%.

Quien esto escribe es un cinéfilo “furioso”, pero si el 66% de las películas argentinas estrenadas en un año no logra reunir más de 1.000 espectadores, evidentemente algo no funciona.

La posibilidad de tener una cultura propia, un cine propio, un espejo donde mirarnos. El derecho a contar nuestras propias historias. La cultura no es un gasto, es inversión”, señala Batlle.

De acuerdo, pero ninguna industria sin consumidores se puede sostener en el tiempo.

El 14 de Julio de 2023, el gobierno publicó en el Boletín Oficial el presupuesto del INCAA, fijándolo en casi $10.500 millones.

La fuente de financiamiento principal del organismo está estipulada por la Ley N° 24.377 conocida como la «ley de cine«, que propone un impuesto del 10% sobre el precio de las entradas y un porcentaje de la recaudación del ENACOM sobre la facturación de los canales de TV y servicios de cable.

Por ley, el financiamiento a la producción de películas debe ser atendido con el 50% de la recaudación. Y el total de la masa salarial de los 700 empleados, 108 de los cuales pasaron a planta permanente en agosto último, luego de las PASO, representa el 35% de los ingresos.

En 2022, el INCAA tuvo un déficit de $60 millones.

Más datos oficiales.

Si comparamos lo recaudado por cine durante los primeros 11 meses de 2022 con lo recaudado durante los primeros meses de 2019, la recaudación creció solamente un 139,50% lo cual resulta sumamente inferior a la inflación de esos años (36,10% en 2020, 50,9% en 2021 y casi 100% en 2022)”, asegura el INCAA en su balance.

Y lo justifica: “Esto se debió a un cambio de hábitos de consumo que trajo aparejado una disminución en la cantidad de espectadores del 30,51%. La llegada de Internet, la digitalización de contenidos audiovisuales, y la introducción de los dispositivos móviles han hecho que el público más joven prefiera consumir películas y series de ficción a través de otras pantallas que no son las salas de cine ni la televisión, las cuales no aportan hoy al fondo de fomento cinematográfico. Si llevamos a moneda constante lo recaudado por cines y ENACOM, es decir las convertimos a dólares estadounidenses, las mismas decrecieron un 54,56% y un 47,83% respectivamente en relación a lo recaudado en 2015”.

No parecen ser las esgrimidas suficientes razones para comprender por qué la gente no va a ver cine argentino.

Cuando el tema es convocante, como sucedió con “Argentina, 1985”, el público llena las salas. La película de Santiago Mitre fue vista por casi 1.100.000 personas y terminó novena en todo el año, solo debajo de tanques como “Jurassic World” y “Batman”, y por encima, por ejemplo, de “Top Gun”.

Las 10 películas nacionales más vistas el año pasado fueron:

1- Argentina 1985: 1.090.000 entradas
2- 30 noches con mi ex: 810.000
3- La gallina turuleca: 135.000
4- Más respeto que soy tu madre: 125.000
5- Ecos de un crimen: 105.000
6- Competencia oficial: 100.000
7- Un crimen argentino: 80.000
8- Hoy se arregla el mundo: 75.000
9- En la mira: 60.000
10- El suplente: 25.000

Nadie pretende en su sano juicio eliminar el INCAA, pero al menos habría que repensar qué tipo de proyectos son los apoyados económicamente desde el organismo, para así poder configurar una verdadera industria, donde puedan convivir en paz todo tipo de películas. 

Y desde allí, lograr una mejor y mayor distribución comercial.

J.P. Mayer

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