Las cifras abruman. En los últimos tres años, casi 40.000 personas decidieron quitarse la vida en Corea del Sur, lo que da un promedio de 13.300 suicidios por año.
Pero el drama no es nuevo. Según el portal “Datosmacro.com”, desde el año 2003 se vienen registrando cifras de cinco dígitos en los suicidios, cuando el total fue de 10.973. En el año anterior había habido 8.665.
El pico se dio en 2011, con 15.906. En tanto, en 2020, 13.195 personas decidieron suicidarse. Una enormidad para una población de 52 millones de habitantes.
Si bien la tasa general de suicidios ha disminuido ligeramente en los últimos cinco años hasta ubicarse en 25,2 personas por cada 100.000 coreanos en 2022, existe una preocupante tendencia al alza de dicha tasa entre los adolescentes y los veinteañeros: la misma aumentó de 5,8 por cada 100.000 individuos en 2018 a 7,2 en 2022, mientras que la tasa de los veinteañeros aumentó de 17,6 a 21,4 durante el mismo período.
Por su parte, el número de intentos de suicidio también ha aumentado significativamente, con 36.754 personas que buscan atención médica de emergencia por autolesiones o intentos de suicidio en 2022, marcando un aumento del 68% en comparación con 2012.
La tendencia suicida de los jóvenes surcoreanos tampoco es nueva. Ya en 2015, es decir hace 8 años, las estadísticas mostraban que 11 de cada 100 personas de entre 13 y 34 años habían pensado alguna vez en suicidarse y 8 de cada 100.000 lo hacían, según datos de la Oficina de Estadística de Corea del Sur.
Y básicamente lo atribuían al sistema educativo. “La educación excesiva es la culpable de que seamos el país desarrollado con más muertes por suicidio”, le decía entonces a la BBC Park Chul, ex rector de la Universidad Hankuk, una de las mejores del país.
Y enumeraba una serie de factores: “Las largas horas de memorización y estudio, los pocos momentos de sueño, los casi nulos recreos, las elevadísimas expectativas de los padres y el altísimo nivel de competitividad marcan el camino que los adolescentes coreanos han de recorrer durante tres años de instituto para ser los mejores el día del Suneung, el examen de acceso a la Universidad”.
Incluyendo las clases suplementarias financiadas por los padres, un escolar coreano dedica en promedio 13 horas al día al estudio. Mientras los niños en este país pasan 220 días al año en la escuela, los días lectivos en Finlandia se reducen a 190, a 180 en EEUU y a 164 en España.
Corea del Sur es conocido por los buenos resultados que consiguen los estudiantes en el Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos (PISA), organizada por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) cada tres años, que evalúa la competencia escolar de los adolescentes de 15 años en más de 80 países de todo el mundo en Matemática, Lectura y Ciencias.
Pero el drama ahora se extendió a los maestros y profesores.
En septiembre de este año, 200.000 docentes participaron en una fuerte protesta en todo el país, exigiendo una mayor protección en el trabajo. Dicen que con frecuencia se ven acosados por padres prepotentes, que los llaman a todas horas del día y los fines de semana, quejándose de manera incesante e injustamente.
Y ellos les provoca un marcado stress, que muchas veces los lleva al suicidio. Los datos oficiales muestran que 100 maestros de escuelas públicas—en su mayoría de escuela primaria— se suicidaron entre enero de 2018 y junio de 2023.
Los datos no especifican qué factores contribuyeron a sus muertes, y no está claro cuántos de esos suicidios estaban relacionados con sus trabajos. Pero, de acuerdo a un informe de la BBC, muchos han culpado a una controvertida ley de abuso infantil que se estableció en 2014.
Según dicha norma, cualquiera que sospeche un caso de abuso infantil puede denunciarlo a las autoridades sin necesidad de aportar pruebas. A continuación, las autoridades pueden investigar la denuncia, lo que incluye visitar el presunto lugar de los abusos —en este caso, las escuelas— e interrogar a las partes pertinentes.
Los profesores afirman que pueden ser objeto de ataques injustos por parte de padres que “consideran que sus hijos han sido menospreciados, lo que a veces pone en peligro sus puestos de trabajo”.
Atención con este dato. En una encuesta del Sindicato de Profesores y Trabajadores de la Educación coreano, más del 60% de los 6.243 docentes encuestados afirmaron haber sido denunciados personalmente por maltrato infantil o conocer a algún colega que sufrió una denuncia.
Y sólo el 23,6% expresó satisfacción con su trabajo, un mínimo histórico, tras haber caído desde casi el 68% en 2007.
El 5 de junio de este año, lo maestra Lee Min-so describió en su diario el miedo que se apoderó de su cuerpo al entrar en su aula para dar clase: “Siento una presión muy fuerte en el pecho. Me ahogo. Siento que me voy a caer. Ni siquiera sé dónde estoy”.
El 3 de julio, escribió que se había sentido tan abrumada por la locura de su trabajo que “quería dejarse ir”. Dos semanas después, sus compañeros la encontraron muerta en el armario de su clase. Se había quitado la vida.
Esta tragedia fue la que desató la ola de protestas en todo el país.
Redacción “El Observador Online”