Pantalones, vajilla, toallas, zapatillas y hasta medicamentos son productos que se pueden encontrar con distintas cotizaciones en la feria de la Plaza Rocha, que cuando nació (hace unos 10 años) tuvo un espíritu solidario guiado por el trueque. Con el paso de los años, la misma se convirtió en un shopping al aire libre con mercancia de todos los rubros que muchas veces no pueden explicar su procedencia.
Incluso, en los últimos tiempos, tuvieron problemas con los puesteros del Mercado de Pulgas por querer instrusar parte de ese espacio.
Inicialmente, la feria funcionaba los martes y viernes de 8 a 14 en la manzana comprendida por la avenida Luro, 14 de Julio, San Martin y Dorrego. Con el paso del tiempo, se fue extendiendo el horario y el uso del espacio público, ya que muchos intrusaron la manzana lindera dónde funciona desde hace más de 30 años el Mercado de Pulgas (20 de Septiembre, Luro, 14 de JUlio y San Martin).
También se flexibilizó la mercaderia en oferta, ya que a las prendas de vestir (que en primera instancia debían ser usadas, porque eran para el trueque) se sumaron artículos que en teoría estaban prohibidas: comida y medicamentos.
“Está todo desbordado, cada vez hay más puestos, porque son puestos cuando en un principio debían ser mantas nada más. Y de usados. Ahora hay de todo”, describió Marcelo, que convive con los puesteros “a la fuerza” cuando viernes, sábados y domingos va a su espacio en el Mercado de Pulgas.
“El viernes nos toman San Martin y 14 de Julio -denunció- ya hicimos la denuncia y vino la municipalidad y ordenó un poco. Pero si te descuidas te comen los talones”, graficó en clave futbolera.
VARIEDAD
El ir y venir por la plaza Rocha es incesante, tanto que ya no queda n una muestra de césped en ese lugar, cuyos senderos de tierra se transforman en barro cuando llueve. Aparentemente sin control de ningún tipo, las personas que se acercan a vender diferentes mercaderias dicen tener autorización.
“Hace años que estamos acá -contó Mario- vamos vendiendo lo que conseguimos. Los productos van variando de acuerdo a la temporada”. Y, así, ofrece la camiseta de la Selección Nacional de Fútbol con las tres estrellas bordadas. “Solo acá la tenemos”, se jactó.
Marcela ofrece “sanguches de milanesa, hamburguesas y de jamón y queso” aunque en teoría en la feria no se vende comida. “Todos los que pasan por acá se tienen que alimentar, al igual que los puesteros”, explicó.
Después de la larga cuarentena instaurada por el gobierno nacional por la pandemia, los puestos se multiplicaron y –de acuerdo a la subsecretaria de Inspección General- llegaron al millar. “Pero ahora estamos ordenando, sacamos los gacebos y quedan solo manteros, como debe ser”.
Otra ocupación de los espacios públicos se ven en distintas esquinas de la ciudad. aunque en éste caso patrocinados por la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP), encabezada por el dirigente Juan Grabois. Esos puestos -como el de la via y Gascón, Buenos Aires y Roca o San Juan y Matheu, entre muchos otros- ofrecen frutas y verduras aunque sus precios distan de ser populares.
“Es una vergüenza lo de estos tipos, porque aun cuando tienen todo en negro, los precios son superiores a los de las verdulerias, que pagan impuestos como todo el mundo. Si eso no es competencia desleal, entonces es un afano”, sintetizó un vecino de la Plaza Güemes.
En plena temporada, una postal marplatense como es la Rambla se ve ocupada por todo tipo de vendedores de productos de dudosa procedencia. Otra muestra más de la ocupación ilegal de los espacios públicos.
María Gabela