Desde hace unos años, Playa Grande se convirtió en uno de los lugares de Mar del Plata elegido por los más jóvenes, ya sea durante la jornada diurna para disfrutar del sol, como a la noche de la mano de la diversión. Sin embargo, muchas veces, los vecinos del barrio denuncian que esa población temporal genera descontrol, suciedad y destrozos en las propiedades de la zona durante el verano. Las dos caras de una moneda: alegria para unos, padecimiento para otros.
“El ruido te lo bancas, porque tanto cuando bajan al boliche, entre las 1 y las 3, o la salida, son hordas de pibes cantando, gritando y arrasando con todo lo que encuentran. Y te acostumbras. Pero en mi casa, el fin de semana pasado, se robaron un macetero de un metro de alto. ¿Decime para qué lo quieren? Eso es daño por el daño mismo”, señaló Maria G., vecina de las inmediaciones de Alem y Roca desde hace más de cuatro décadas.
Las quejas se enfocaron también en el estado que queda, por ejemplo, el Parque San Martin. “Al perro no lo puedo llevar más bien temprano -añadió la mujer- porque además de que los pibes suben por ahi, muchas veces en mal estado, dejan toda la mugre, como las cajitas de las hamburguesas que se comen”. En otras propiedades, la mugre toma otra forma y color. “Es un desastre -contó Alejandro F, vecino de San Lorenzo y Bernardo de Irigoyen- porque no tienen problema en hacer sus necesidades en las puertas de nuestras casas. La verdad es que es un asco. También es normal encontrar botellas vacias, rotas y basura”.
El problema, según el hombre, se incrementó desde hace unos veranos cuando “se puso de moda que los chicos vengan solos a pasar sus vacaciones y alquilan departamentos por acá, ya que están muy cerca de los boliches y el descontrol es a toda hora. También alquilan casas y se meten como diez pibes”. A su entender, “falta más personal policial y control, porque los dejan sueltos a todos a la misma hora y la policia está abajo y no suben para acá”.
Hormigas
Cuando dice para abajo se refiere al Boulevard Marítimo, por dónde despejan a los jóvenes a la salida de los boliches, ganando densidad de personas jóvenes especialmente los sábados y domingos a la mañana, cuando se corta esa arteria al tránsito vehicular desde Castelli hasta Rodriguez Peña. Y en las imágenes aéreas los desalojos de los boliches, especialmente los fines de semana, asemejan a los jóvenes con hormigas por la cantidad de gente que circula a la vez por el mismo lugar.
Para evitar los desmanes de años pasados, personal policial invita a los jóvenes a retirarse subiendo por la calle Celso Aldao, para seguir por Boulevard Marítimo, cerrando esas arterias al tránsito vehicular.
Eso impide a los madrugadores bajar a la arena, tal el caso de Alicia, una asidua caminante por Playa Grande que en ésta época del año cambia su rutina. “Es imposible bajar, ni caminando -contó-. Están todos los chicos que salen del boliche, muchas veces en muy mal estado, y en la arena también quedan los residuos del boliche, como papel picado, por ejemplo”.
Ante esa situación, ella y su grupo de caminantes optó por “ir para el Parque Primavesi, porque por la costa bien temprano también es imposible. Es una mugre, muchos -tanto chicas como chicos- no tienen problema en evacuar en las veredas”, describió.
“Tenemos que venir mucho más tarde, bajar después de las 7 porque antes es imposible por la cantidad de gente que hay. No es simple barrer a tanta gente a la vez, más si muchos están alcohlolizados”, contó uno de los instructores de surf de una de las escuelas de Playa Grande. También sucede que en la zona proliferaron los albergues juveniles. “El fin de semana pasado -contó el vecino- tuvimos tres dias de boliche a cielo abierto en el alburgue juvenil de Roca y Aristóbulo: Hicimos la denuncia en la municipalidad pero no pasó nada. Midieron el ruido y le hacen una multa al propietario. Y la josa sigue”.
La zona geográfica más afectada está delimitada por las calles San Lorenzo hasta Almafuerte y desde Artistóbulo del Valle hasta Pellegrini. Los cestos de residuos apostados en esa zona son muestra de los desechos de los más jóvenes: reinan las bolsas de comida rápida, las cajitas de hamburgesas, los vasos de plástico y las botellas vacías.
“El problema es el mismo, solo que hace 15 años el lio era en Alem, mientras que ahora se mudó a la arena. Pero la historia es la misma porque los más perjudicados seguimos siendo los vecinos”, contró Charly, ex integrante de la asociación vecinal de la zona que se diluyó ante la falta de actividad.
Sin arena
“La zona cambió mucho, tengo muchas quejas de gente que alquila en los edificios de primera línea de la costa y se queja por los ruidos que hay. Muchos cambiaron de locación, porque pagan uno de los alquileres más caros y no pueden dormir”, reseñó un operador inmobiliario de la zona que pidió reserva de nombre.
El hombre, con varias décadas de experiencia laboral en el sector, también se quejó porque “cambió completamente la idioscincracia de la zona en verano, es una lástima, porque se pagan los impuestos más caros de la ciudad”.
Según testimonios de los vecinos, el alcohol es causante de los desmanes, aunque su ingesta no es exclusiva de la noche, ya que a la tarde -a pesar de los controles municipales- muchos comparten “jarra loca o fernet. Trajimos la botella en la mochila y no nos revisaron. En la heladera ponemos el hielo y la gaseosa”, se rió Bettina (20 años), que llegó desde Tucumán junto a cinco amigas de la misma edad.
Muchos de los jóvenes que se instalan en el espacio público de Biología realizan la misma maniobra, para empezar “con la previa. Tomamos algo acá y después de las 8 vamos al after beach de Ananá. Más tarde nos vamos al departamento, comemos, nos bañanos y volvemos y vamos a Bruto”, ejemplificó Matias, rosarino de 20 años, debutante en la experiencia de veranear con amigos.
Ya casi pasó el primer mes de 2023 y se generaron disturbios, una muerte y varias peleas con heridos.
Autora del artículo: María Gabela
El título dice que soy Licenciado en Periodismo, pero eso poco importa. Lo más importante es que solo dependo de mi.