La Deuda Histórica de Malvinas: Las Historias Olvidadas. Última parte

Por Pablo Portaluppi

“El día 29 de abril (de 1982), siendo aproximadamente las 20:15 hs, el señor Director del Liceo Militar General Roca, recibió la información que un grupo de comandos habían desembarcado en un puerto intermedio entre Caleta Olivia y Puerto Deseado; por lo cual se organizaron dos patrullas de combate”.

Así comienza la explicación de los hechos que sucedieron dos días antes del comienzo formal de las hostilidades entre Argentina y Gran Bretaña por las Islas Malvinas, Sandwich y Georgias del Sur, a través de un documento desclasificado hace 12 años. El Liceo General Roca fue asignado al Cuerpo del Ejército el 23 de marzo de 1982 por orden emanada del documento 000/5, cuyo Director, Miguel Ángel Clodoveo Arévalo, fue así mismo designado como Jefe de la Seguridad del Litoral Marítimo, otorgándole el nombre de Agrupación Comodoro Rivadavia. La importancia del Liceo radicaba en el hecho de que allí se hallaban detenidos varios de los efectivos británicos que se rindieron a las tropas argentinas el 2 de abril. A partir de aquellos datos, se alistaron dos helicópteros.

“Aproximadamente a las 21:45 hs las patrullas, al mando de Clodoveo Arévalo y el Teniente Carlos Horacio Fernández Suárez aterrizaron en Caleta Olivia”, prosigue el diario de guerra del Liceo. “Antes de las primeras luces, el personal del primer helicóptero, fue transportado al lugar donde se hallaban las aeronaves, siendo aproximadamente las 07:15 hs del 30 de abril de 1982. El aparato despegó a las 07:30 hs al mando del Coronel Arévalo. El personal de la segunda máquina despegó a las 07:40 hs del helipuerto. Respecto a la primera máquina, no se tendrían noticias sino hasta pasada la media mañana”, continúa el parte oficial. En el segundo helicóptero viajaba Marcos Medina, uno de los soldados que tuvo a su cargo la custodia de los prisioneros ingleses. Se había perdido todo contacto con el helicóptero de Arévalo, cuando “siendo las 12:40 hs un ciudadano que se encontraba pescando se presentó al Puesto Comando portando un elemento que al parecer pertenecía a una aeronave, comprobándose posteriormente que era un tanque de combustible”.

De acuerdo a un exhaustivo trabajo realizado por Alberto Manfredi (h), se afirma que producidas las novedades, el Comandante del Cuerpo de Ejército V, y posterior Jefe del Centro de Operaciones Conjunta, Osvaldo García, impartió directivas terminantes de no informar el hecho a nadie. El Capitán Héctor Marengo ordenó a sus soldados abordar el helicóptero AE-414 y despegaron en busca de sus compañeros, para finalmente encontrar la nave siniestrada, notando a primera vista que de acuerdo a la forma en que se encontraban diseminados los restos, la misma no se había estrellado sino que había estallado en el aire. Los hombres de Marengo se introdujeron en el agua helada y llegaron hasta el lugar donde flotaban los cadáveres, completamente desnudos y mutilados. Los restos de la nave y de sus tripulantes fueron retirados del lugar en el más absoluto secreto. Las pericias realizadas jamás se dieron a conocer y los soldados fallecidos fueron velados a cajón cerrado.

Documento secreto del Liceo General Roca

El diario de guerra del Liceo fue desclasificado en 2007. De hecho, el diario “Clarín” publicó un extenso informe el 17 de junio de aquel año. Sin embargo, los soldados destinados en Comodoro Rivadavia no son reconocidos por el Estado argentino como veteranos. Ni siquiera aquellos que viajaron en el segundo helicóptero y que debieron rescatar los cuerpos de sus compañeros. Con los años, queda cada vez más claro que el helicóptero fue derribado, con lo cual se trató de una acción de guerra. De hecho, los diez soldados fallecidos en el siniestro fueron reconocidos post-mortem como veteranos, formando parte de un total de 17 hombres caídos en el continente. ¿Qué hubiera pasado si uno sobrevivía? Según la ley vigente, no debería cobrar la pensión honorífica, a pesar de haber estado en un acto bélico.

De acuerdo a diversos documentos que han salido a la luz, tanto en Argentina como en Gran Bretaña, se va conformando una visión cada vez más acabada de lo que fue la guerra de Malvinas, que se inició con el desembarco ordenado por la Junta Militar el 2 de abril de 1982, y cuyas hostilidades formales comenzaron el 1 de mayo. Pero como se observa, algunas acciones de combate tuvieron lugar antes de esa fecha en el continente, cuyos veteranos, 37 años después, aún no fueron reconocidos por el Estado, a pesar de que en ese lapso de tiempo se sucedieron 6 gobiernos elegidos por el voto popular y uno transitorio. Ya se han explicado en este medio las razones de esta estafa moral, histórica y también económica. https://elobservadoronline.com.ar/index.php/2019/03/15/pensiones-honorificas-de-malvinas-la-deuda-moral-de-la-sociedad-argentina/

Operación Mikado

Durante aquel mes de mayo de 1982, el Escuadrón B del Regimiento 22 del SAS (Special Air Service), unidad especial del Ejército Británico creada en 1941 en plena guerra mundial, recibió la orden de realizar una operación de reconocimiento, y de ser posible, atacar la Base Aeronaval Hermes Quijada de Río Grande, en Tierra del Fuego, defendida por 4 batallones del Comando de Infantería de Marina, donde se hallaban los célebres aviones Super Etendard, munidos de misiles Exocet. Los mismos habían logrado penetrar las defensas de la fuerza de tareas británica. El caso más famoso fue el impacto al Destructor Sheffield, una moderna unidad de la Royal Navy. El nombre en clave de dicha operación era “Plum Duff”, más conocida como “Operación Mikado”.  La idea central de la maniobra era la de enviar un helicóptero Sea King para reconocer el blanco y la ubicación de los aviones, y el desembarco de comandos en cercanías de Río Grande, quienes, según Manfredi, “debían destruir los aviones y los misiles, y asesinar a sus pilotos”.

El helicóptero Sea King inglés partió desde el “Invencible” a las 0:15 hora argentina del 17 de mayo de 1982, tripulado por el Teniente Richard Hutchings, con el objetivo de reconocer los movimientos y preparar el arribo de comandos para destruir la base. Pero en la mañana del 18 de mayo, la nave apareció destruída en la localidad chilena de Punta Arenas. En un principio, se pensó que el helicóptero se había estrellado. Pero con el tiempo se supo que su tripulación lo hizo aterrizar posiblemente averiado, y luego lo incendió.  Según diversas investigaciones, se habría concluído que los radares de los Destructores ARA Piedrabuena, ARA Bouchard y de la propia base de Río Grande detectaron la presencia de la nave, por lo que sus tripulantes para no ser descubiertos desviaron su curso a Chile, donde el régimen de Augusto Pinochet colaboraba con los británicos.

La verdad sobre este hecho se mantuvo oculta durante 20 años, si bien en su momento la noticia fue publicada en los diarios argentinos e internacionales. La Armada siempre sostuvo que el helicóptero siniestrado en Punta Arenas nunca pudo proceder desde la flota inglesa, por carecer de autonomía de vuelo. Se inclinó a pensar que algún buque inglés navegaba por el Pacífico y usaba esas máquinas para tareas de espionaje. Sin embargo, el 14 de marzo de 1983, el diario británico “The Daily Express”, indicó que la aparición del Sea King fue en realidad sólo la parte inicial de una misión de ocho componentes del SAS para penetrar en territorio argentino.

Prensa chilena de 1982

Pero quien mejor puede contar la verdad es el propio Richard Hutchings, piloto del helicóptero. Y así lo hizo en su libro titulado “Piloto de Fuerzas Especiales, memoria de vuelo en la guerra de las Falklands”, aportando datos fundamentales para conocer lo que ocurrió entre el 17 y el 18 de mayo de 1982. Allí cuenta detalles sobre la organización previa de la operación: “El Gobierno aprobó un plan para una operación del SAS en el interior de Argentina con el fin de destruir los aviones Súper Etendards y misiles Exocet”, fue la orden recibida por su superior. Y agrega que “en el momento de planificar la misión de combate para llevar al equipo del SAS a Argentina, la tripulación del Sea King supo que el equipo que estábamos introduciendo estaba de manera preliminar en una operación más grande pero, por razones de seguridad operativa, no estábamos informados al detalle”. Y afirma: “El plan denominado en código Operación Mikado, requirió que la mayoría de un escuadrón del SAS fuera cargado en dos aviones C130 que serían aterrizados de emergencia en la pista de aterrizaje en Río Grande. El objetivo del Escuadrón B era localizar y destruir los cinco aviones y los tres misiles”.

En otro párrafo, Hutchings reconoce que “mis órdenes fueron de que mi helicóptero tenía que mantener el silencio de radio y electrónico durante toda la misión, con la excepción de que encontráramos al buque argentino ARA 25 de mayo, sobre el cual teníamos que indicar su posición”. Y revela un hecho que fue desmentido infinidad de veces por la historia oficial argentina: “Trágicamente, el 19 de mayo, otro Sea King iba a tener un amerizaje forzoso en la noche con la pérdida de 21 vidas”. La versión del envío de dos helicópteros siempre circuló, pero nunca fue confirmada. Hutchings lo hace en su libro.

Con nombre y apellido

Carlos Alberto Brunini perteneció al Batallón 1 de la Brigada de Infantería de la Marina, y estuvo destinado en Río Grande. Además de tener que proteger los aviones Súper Etendard y los misiles, su misión, junto a la de cientos de sus compañeros, era la de patrullar y rastrillar la zona, habiendo tenido que soportar temperaturas extremas durante los 7 días que duró, justamente, la búsqueda del helicóptero de las SAS, en la localidad de Radman, ubicada en la frontera con Chile. Además, participó en el minado de la Base Hermes Quijada, con una extensión que cubría 2500 mts en forma de herradura, y muestra orgulloso un intercambio de mails con Richard Hustings, donde éste le afirma que “sabe que hubo más operaciones especiales por parte de las SAS después de la protagonizada por él”. Brunini es un veterano no reconocido.

Mapa de campos minados en Río Grande

Alberto Noal perteneció a la Compañía B de Ingenieros de Combate 181, y fue destinado a Cabo Curioso, provincia de Santa Cruz: “No sabíamos ni dónde estábamos. Teníamos provisiones para tres días y nos tuvimos que quedar muchos días. Racionábamos la comida y hasta nos alimentamos con raíces de mata negra. Éramos cerca de 140. Vivíamos en un pozo, sin poder hacer nada. Quietos. Soportamos nieve, lluvia, agua nieve”, le cuenta a este medio. Y detalla su experiencia: “El asunto es que se veía un buque fondeado de grandes dimensiones. Entonces había que esperar y estar totalmente quietos. Una noche de bruma, el 11 de mayo cerca de la medianoche, veo dos bultos negros saliendo de un bote gomón, que para mí eran hombres, y disparo. Y empiezan varios disparos y muchas detonaciones. No se veía nada. Vi correr personas y bengalas que se dispararon desde el gomón”. Al otro día, agrega que “no nos dejaron bajar a la playa. Nos dijeron que éramos unos pelotudos, y que le habíamos disparado a lobos marinos”. Ni Alberto Noal ni sus cientos de compañeros están reconocidos como veteranos de guerra. Este hecho quedó registrado en el diario de guerra de la VII Brigada de Infantería, que se adjunta a continuación

Otros hechos registrados

El 1 de mayo, se recibió la información que en horas de la noche, se detectaron señales lumínicas desde la Bahía de San Sebastián, al norte de Tierra del Fuego. Muy cerca de allí, se hallaba la Estancia Cullen, asiento de personal del consulado inglés. Aquel día fueron detectados dos submarinos ingleses navegando en el Golfo San Jorge, “en dirección a Caleta Olivia”, según reza el diario de guerra. Eran las 10:30 hs de aquel día negro en la historia argentina. Explica Alberto Manfredi: “Por entonces, se tenía la certeza en Buenos Aires de que submarinos enemigos merodeaban sus aguas continentales”. En el diario de guerra del Liceo General Roca, se narra un hecho ocurrido el 4 de mayo: “El pesquero Doña Mariela detectó otro sumergible desplazándose lentamente en superficie que, al parecer, percatado de su presencia, hizo inmersión de manera inmediata y despareció”.

El sábado 22 de mayo a las 21:30 hs, el Centro de Información y Control de Comodoro Rivadavia notificó la presencia de tres ecos no identificados, posiblemente  helicópteros. Ante este hecho, el alto mando dispuso el envío de una patrulla aérea con dos aviones Pucará, que hicieron dos vuelos de reconocimiento. El primero no arrojó resultados, pero durante el segundo vuelo, a las 23:41 hs, se alcanzó a divisar tres aeronaves no identificadas que al ver llegar a las naves argentinas, apagaron sus luces de posición y se retiraron. Al dar aviso a la Torre, se le ordenó abrir fuego y se ordenó que las ciudades de Trelew y Comodoro Rivadavia quedaran totalmente a oscuras.

Ya este medio se ocupó de mencionar que la ANSES, organismo que otorga la pensión honorífica, no brinda la nómina de veteranos reconocidos amparados en la «política de datos sensibles». Paga más de 22.000 pero los rumores indican que hay más de 40.000, escondiéndose detrás un gran negocio político. Algo incomprobable. Lo cierto es que un abogado que trabajó más de 20 años en Asuntos Jurídicos de la ANSES le dijo a este cronista que la sección que decide las pensiones es muy hermético e inaccesible. Como si se tratara de un sector autónomo. Quien estaría a cargo es un excombatiente, Carlos Alberto Monasterio, que fue condecorado por la administración de Diego Bossio durante el gobierno kirchnerista y aún permanece en su cargo. «Es intocable», le dijo a este medio el abogado mencionado.

Pero más allá de este dato, resulta evidente que el Estado argentino mantiene una deuda histórica con aquellos miles de soldados que, por el deber de servir a la Patria, fueron destinados a protagonizar una gesta apoyada masivamente por el pueblo argentino, que luego terminó en un fiasco por la inoperancia y la improvisación de los mandos militares, en especial por la Junta integrada por Galtieri, Anaya y Lami Dozo. Muchos miles fueron desplazados directamente al archipiélago. Otros tantos, al litoral marítimo continental a cumplir diversas tareas. Aunque no haya habido un solo disparo en el continente –que sí los hubo, como se contó en este informe-, quizá sea hora que el Estado argentino comience a reconocerlos como lo que son, Veteranos de una guerra que ellos no eligieron. 37 años después.

pabloportaluppi01@gmail.com

@portaluppipablo

 

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