“La economía europea se está recuperando, beneficiándose de una respuesta sólida a la crisis, pero no está alcanzando todo su potencial”.
Así comienza el documento de 40 páginas que el FMI publicó hace pocos días sobre las perspectivas del viejo continente para 2025 en adelante, a la vez que analiza la situación de sus países desde la crisis por la pandemia de Covid-19.
En dicho trabajo, destacan que “los expertos se han vuelto cada vez más pesimistas sobre la situación de Europa y sus perspectivas [económicas] a largo plazo”, añadiendo que existe “mucha incertidumbre” sobre si será posible adoptar políticas que reviertan una década de caída de la productividad, concluyendo así mismo que “sus economías lucen cada vez más inciertas”.
“La incertidumbre sobre la inflación subyacente persistente, las orientaciones de las políticas y los conflictos geopolíticos están empañando las perspectivas a corto plazo”, continúa el documento. Y prosigue: “A más largo plazo, el crecimiento de la productividad, siempre débil (resultado de una escala y un dinamismo empresarial limitados), en medio de nuevos vientos en contra derivados de la fragmentación y el cambio climático, están frenando el potencial de crecimiento”.
Esto, señalan los técnicos del Fondo, “es debido a una incapacidad de los gobiernos para bajar la inflación, una fuerza laboral que envejece, y el bajo crecimiento de la productividad”, entre otros numerosos motivos que el organismo menciona para explicar lo que tildan es un “apagado” desempeño de las economías europeas desde 2020.
De este modo, el FMI recortó su proyección de crecimiento para la región, vaticinando que crecerá apenas un 1,7% tanto en los años 2024 y 2025.
Si bien el organismo calcula que la economía regional se expandirá ligeramente en 2026, llegando al 1,9%, se estima que volverá a bajar en los próximos años, proyectando un crecimiento de nada más que el 1,45% para 2029, informó el diario Sputnik.
Y por supuesto, el FMI no se priva de brindar sus consejos.
“Se necesitan políticas macroeconómicas estables para sortear un entorno incierto. Para ello es necesario adoptar una postura de política monetaria neutral y reducir los déficits fiscales sin poner en peligro la recuperación”, señala el documento.
A su vez, recomienda también que “las autoridades deben abordar las barreras que impiden un mayor crecimiento potencial. Un mercado único de bienes, servicios y capitales más grande e integrado incentivará la inversión, la innovación y generará beneficios de escala”.
Consultado por el prestigioso diario Financial Times sobre el pronóstico del documento, Alfred Kammer, director del departamento de Europa del FMI, le dijo al medio británico que la región tenía problemas “fundamentales”, que se remontaban a décadas atrás, recordando que el PBI por trabajador hace 25 años era el mismo en Estados Unidos que en Alemania, Francia, Italia y España.
“Durante las siguientes dos décadas y media, se abrió una brecha cada vez mayor”, dijo el alto funcionario al diario, señalando que el ingreso por trabajador en los cuatro países europeos es hoy alrededor de un 20% menor que en Estados Unidos. “Es una gran brecha [que] no existía antes, pero existe ahora”, concluyó.
En tanto, para la economía mundial, el organismo financiero vaticina un crecimiento estable para este año y el próximo en torno a un 3,2%, una baja de la inflación, pero advierte no pocos peligros.
“Los riesgos de deterioro de la situación están aumentando y ya dominan las perspectivas. Una escalada de los conflictos regionales, sobre todo en Oriente Medio, podría entrañar graves riesgos para los mercados de materias primas”, apunta.
Y agrega que “una deriva hacia políticas comerciales e industriales desaconsejables puede reducir notablemente el producto con respecto a nuestro pronóstico de base”, a la vez que sostiene:
“La política monetaria podría mantener una orientación excesivamente restrictiva durante demasiado tiempo, y las condiciones financieras mundiales podrían endurecerse repentinamente”.
Pierre-Olivier Gourinchas, Consejero Económico y Director del Departamento de Estudios del FMI, asegura que “la batalla mundial contra la inflación está prácticamente ganada, pese a que en algunos países persisten las presiones inflacionarias”.
Y destaca: “Tras alcanzar un máximo del 9,4% interanual en el tercer trimestre de 2022, ahora proyectamos que la inflación general disminuya hasta situarse en el 3,5% para el final del año que viene, ligeramente por debajo del promedio de las dos décadas anteriores a la pandemia”.
Por su parte, añade que “en las economías avanzadas, el crecimiento es vigoroso en Estados Unidos, con una tasa del 2,8% este año, pero tenderá hacia su nivel potencial en 2025”, mientras que “las perspectivas de crecimiento son muy estables en las economías de mercados emergentes y en desarrollo: se prevé una tasa cercana al 4,2% este año y el próximo, con un continuo desempeño sólido de las economías emergentes de Asia”.
Pero no se muestra demasiado optimista hacia el futuro menos inmediato.
“Por desgracia, las perspectivas de crecimiento de aquí a cinco años siguen siendo deslucidas, ya que se prevé una tasa del 3,1%, la más baja de las últimas décadas. Pese a que, en buena medida, esto es reflejo de las perspectivas más flojas para China, las perspectivas a mediano plazo de otras regiones, incluidas América Latina y la Unión Europea, también han empeorado”, señala el economista.
Para evitar ello, aconseja “redoblar los esfuerzos para mejorar las perspectivas de crecimiento y elevar la productividad, ya que solo así podremos dar respuesta a los múltiples retos a los que nos enfrentamos: recomponer los márgenes de maniobra fiscal; hacer frente al envejecimiento y la reducción de la población en muchas partes del mundo; llevar a cabo la transición climática; incrementar la resiliencia, y mejorar la vida de quienes son más vulnerables, tanto dentro de los países como a escala internacional”.
En concreto, para América Latina y Caribe, el FMI proyecta un crecimiento del 2,1% para 2024 y 2,5% para el año próximo.
Redacción El Observador Online